Quiero aire

26.3.11

¡Qué demonios hago aquí!

Necesito respirar



Quema como el diablo
el maldito calor
hasta fundir el techo con el suelo.
Cada vez se encoge más la habitación
caen las moscas a mis pies.
Anuncia la del tiempo
que "welcome" al infierno.

¿Qué demonios hago aquí?
No me tocaba aún a mí.
¿Qué demonios hago aquí?

Aire...
quiero aire
Como la brisa del mar
aire para respirar...

La calle es un desierto
Valencia sigue ardiendo.


¿Qué demonios hago aquí?...

Esto fue lo primero que me pregunté cuando me vi forzada a trasladarme.

¿Qué demonios hago aquí, en una ciudad desconocida, en un entorno tan hostil...?

Pretendía ser una huida hacia adelante y se convirtió en un sálvese quien pueda.

Me sentía invisible, rodeada de gente que ni siquiera centraba su mirada un segundo en mí, inadvertida; tampoco es que estuviera buscando atención, pasar desapercibida tiene su lado positivo, pero al menos una mirada, una sonrisa... Nada.

Me fijaba en las caras de la gente, ojerosas, tristes, sin vida...
o al menos así las veía yo.
Y tenía muy claro que no podía ser una más de todo aquel torbellino que se movía a mi alrededor.

Me ahogaba y el entorno me ayudaba poco.

Búscate a ti misma.

Busca el aire que necesitas para sobrevivir, ya te levantarás, me decía.

Y un día y otro acababa preguntándome:

¿Qué demonios hago aquí?


Todo es confuso

24.3.11




A veces la noche te atrapa el alma.
La oscuridad se convierte en un infierno que impide desactivar el cerebro mientras puedes respirar la angustia.

Y mientras buscas fórmulas para huir de todas las cárceles en las que ha convertido tu vida, la noche es una celda, un zulo sin espacio en el que es imposible moverse, descansar.

La vida se te escapa entre las manos.

No descansas.

La noche es un espanto y el día una tortura porque no descansas.

El cuerpo te duele casi entero porque una losa te cae sobre la espalda.

El miedo atenaza tus noches.
Miedo a la incertidumbre de un futuro oscuro, al callejón en que te has metido sin saber cómo.

y te das cuenta  que es tu vida la historia de un insomnio.
Entonces reaccionas porque eso no puede ser.
Decides escapar de tus cárceles y vivir devorando tus miedos.

Vivir sin miedo.

Y por fin, duermes.

(Alfonso Roldán: Insomnio- fragmento- )