Un país de fandango y pandereta

3.3.12



No existe la justicia.



Cuando condenaron a Garzón supe que todo estaba perdido.
Si alguien como él, que conoce todos los entresijos judiciales, no era capaz de liberarse del poder de la "justicia ", qué podía hacer yo, mísera e insignificante frente a un personaje tan "carismático" como mi ex.
¡CALLAR!
¡SILENCIO Y MÁS SILENCIO!
Primero porque convivía con él, después porque intentaba separarme, finalmente porque quería sobrevivir.
Y aquí sigo, en silencio, esposada y sin visos de solución.
Asistiendo impasible a su reconocimiento público.

¿De qué hubiera servido lanzar al viento todo lo que me ha hecho?
Probablemente de nada. En este país, que tanto me duele, no existe justicia más que para los desalmados, para gente sin escrúpulos, que acapara cargos, pisoteando a todo el que se atreva a ponerse en su camino.

Asistí a la concentración en apoyo de Garzón.
Sentí, por una vez en mi vida, que había más gente indignada, gente que pacíficamente y en silencio contenido, como el mío, estaba allí, diciendo al mundo que no estaba de acuerdo con cómo evolucionaba este país nuestro,.
Que sentimos VERGÜENZA por todo lo que está pasando.

Pero en mi caso, además, la vergüenza estaba envuelta en la impotencia que sientes cuando ves que no hay forma de acabar con estos gigantes sin escrúpulos, que destrozan tu vida, mientras muestran su perfil más carismático al resto del mundo.

HOy siento nauseas
Y no puedo vomitar
y todo el dolor que tengo contenido me está destrozando.

0 comentarios:

Publicar un comentario